Te soñé
Los anhelos del corazón se hacen presente en tus sueños
Te soñé, soñé estar contigo y hacerte feliz, soñé ser un buen esposo, amigo y compañero.
El sueño comienza en el auto tal vez tenga 25, tal vez menos, pero estamos casados, felizmente casados, es de noche y atravesamos por un puente lleno de luz, un hermoso punto de fuga para mi, cantamos una canción en el auto, una de tus favoritas que se convirtió en mi favorita después de insistirme tanto en escucharla y caí, pero es que ante sus encantos quien no caería.
Son las 8:00 pm eso marca el reloj en mi muñeca, el clima es fresco en la ciudad, tu sonrisa es cálida al corazón. Me contabas una historia graciosa que te había ocurrido el otro día, yo aseguraba que tu tenías las mejores historias que contar, tu me decías que había muchas formas de contarlas.
Llegamos a casa, o eso parecía, era un edificio enorme y vivíamos en la cima de aquel edificio, era un gusto culposo observar la ciudad desde lo alto desde que era niño, me hacía sentir que de esa manera Dios nos observaba y se aseguraba de que estuviéramos bien, así que tu aceptaste vivir en una parte alta de la ciudad por el amor que me tenías. Me estacioné, tomé tu abrigo, salí y te abrí la puerta, acto seguido te puse el abrigo, me diste un beso mientras decías que por eso te habías casado conmigo por no perder nunca el amor y la caballerosidad.
Mientras subíamos el elevador observamos la ciudad, te tomé por la cadera y besé tu mejilla
-Te dije que confiaras en mi, llegaríamos lejos solo tenías que confiar en un niño que dudaba de si.
-Siempre confié en ti, el que no confiaba eras tú.
-Si pero me hiciste creer en mi, eso era lo que mas necesitaba.
Las luces de la ciudad eran hermosas, pero no se comparaban con ella.
El elevador abrió en el último piso, y entramos en la habitación, era una habitación enorme, muy elegante, como si fuera del siglo XIX pero estaba fraccionada en secciones, mi sección de trabajo era mas tecnológico, tenía lo último en gadgets y accesorios de la época, la cocina por otra parte era mas rústica y con tonos elegantes del siglo XIX la de ella era un altar de libros y un diseño minimalista con colores pasteles, sea como fuere combinaba lo mejor de un habitación, pero mi parte favorita era la enorme ventana que daba a la ciudad, de noche sus luces brillaban con intensidad, era tan romántico el ambiente con sus embriagantes luces, claro, yo era cineasta sabía como poner ambiente a una escena, y las luces estaban configuradas para cambiar cada hora, dándole un ambiente diferente a cada hora, mi favorito era en la noche, pues las luces y la ciudad eran tan perfectas.
Me desnudé y miré a la ventana gritando ¡Miren estoy apuntando hacia el centro de la ciudad! ¡ahora hacia el lado este! me divertía apuntar fracciones de la ciudad con mi pene, gusto culposo, pero divertido. No tanto para ella, me pegó en la cabeza diciendo "¡Algún día te van a ver y saldrás en las noticias!" a lo que yo respondía "-Ohh querida, se necesitara mas que una pantalla para captar la inmensidad de este..." me volvió a pegar.
Teníamos que madrugar el día siguiente saldríamos a un lugar que hace mucho no visitaba
Habíamos recorrido gran parte del mundo, celebrado año nuevo en Nueva York, acampado en Nueva Zelanda, estudiado en Vancouver, Luna de miel en Italia y Francia, teníamos una historia de amor escrita y queríamos seguir escribiendo aún mas nuestra historia, eras flexible cuando yo tenía crisis existenciales y le pedía ir a meditar al Tíbet, conocer el Budismo, ver la situación en África, escalar Montañas para estar lejos de la sociedad, era algo extremo cuando se trataba de reconciliar mis conexiones con el mundo y la paz interior, pero me apoyaba y era lo que importaba.
En la mañana salimos de viaje esta vez iba a meditar a una cabaña en una zona ártica, suena extremo pero el lugar era hermoso aún estando a tan bajos grados centígrados, ella me decía que cada vez era mas extremo y yo respondía
-Solo vives una vez cariño quiero contarle a mis hijos que luché con un oso" "
-Aquí no hay osos
-Pues yo veo a uno muy peludo gritandome justo ahora.
Me volvió a golpear, de cierta forma yo me lo buscaba, pero era divertido.
Usaba esos viajes para reconciliar conexiones y sanar el corazón, el mundo es un lugar desgastante y estar en una zona tranquila en donde podía meditar era curativo para el alma, además, tenía mucho trabajo, era un hombre muy ocupado, pero también me sabía administrar muy bien con los tiempos y fechas, así que dejaba todo en manos de personas capaces mientras yo era la fuente creativa de mi compañía, debo de decir que no solo iba de viaje para relajarme, si no que llevaba mi trabajo conmigo, aislar mis pensamientos para poderme enfocar mas en mi trabajo y si, resulta que de los mejores filmes que hacía era porque encontraba una paz y satisfacción enorme conmigo.
Yo era cineasta pero no solo eso, también hacía contenido para internet y administraba muchas cosas, era un hombre ocupado pero ocupado en algo que me encantaba realizar, mi esposa lo entendía y no solo lo entendía lo apoyaba, además se encargaba de ayudarme en mis sueños y proyectos locos y extraños, decía que le gustaba verme feliz y que siempre tomaba las mejores decisiones o al menos las mas divertidas, ella solo se aseguraba de que no terminara herido o muerto, (era un poco intuitivo en los viajes extremos como escalar o ir por los ríos rápidos) pero agradecía tenerla ahí por si moría ser lo último que mis ojos vieran.
Solo fue un sueño, pero yo aún sigo queriendo que sea real.
Los sueños son el puente mas estrecho de estar junto a ti por las noches.— Erick Waffle (@ErickWaffle) 12 de julio de 2016
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