La Decisión de Gonzalo.

En palabras de Gonzalo.

Era inexorable la expresión en su rostro después de comunicarle mi decisión, eran las nueve de la noche, la llave en la perilla de la puerta de su hotel ya había sido introducida, sus ojos color avellana horas después de la noticia tendrían un trasfondo rojizo, mismo que jure evitaría, sus mejillas mojadas no se revelaron ante mi, y a pesar de que mi corazón no dejaba de latir, mis músculos temblaban, aunque mis labios anhelan los suyos y a pesar de que cada célula en mi cuerpo luchó por evitarlo, se dijo lo que se tenía que decir, cuando ella, en brusquedad dio la media vuelta, luche contra mis impulsos, aún antes de cerrar la puerta tuve la oportunidad de evitar lo inevitable,me miró fijamente, con brillo en sus ojos, y no dije nada.

La había conocido en un invierno, en un recital de piano, ella estaba en la primera fila, donde expuse mis mejores piezas, no noté su presencia sino hasta la última canción, donde por miedo a ser descubierto mire disimuladamente un par de ocasiones, parecía estar satisfecha con la interpretación, y aunque sentí el impulso de impresionarla, me apegue al papel pentagramado, era una noche importante, no eran tiempos para tomar riesgos. Según las criticas mis piezas habían sido interpretadas al nivel que el recinto requería, me había costado trabajo obtener la plaza para tocar en el lugar, y de esa noche dependió mi continuidad; tantos talentosos hombres de música habían pisado el mismo escenario del que yo pise, fui el centro de atención, fue mí noche, y había brillado.  

Después de mi actuación no pensé en aquella mujer de mirada intrigante, de cabello rizado, de piel parecida al mármol, vestía de gala, y sus movimientos eran sutiles, de porte y elegancia, pero si quedó grabada en mi memoria aquel momento, cuando su mirada se cruzó con la mía, aquel momento del que me costó salir, aquellas sensaciones que no pude evitar sentir.

Había olvidado su rostro, y sus expresiones faciales, pero se encargó de recordarme de ellos, cuando asistió a todos los recitales a los que fui anunciado, llenó de confianza, por primera vez, durante un evento de este tipo dirigí la palabra al público.

- Para la mujer que siempre veo, en la que siempre pienso, en mi inspiración, la dama del tercer asiento de la primera fila, con todo mi cariño, le pido por favor, escuche mi canción - dije, y tras esperar que el breve lapso de aplausos hubieran culminado, comencé a tocar, nunca vi una sonrisa, ni unas mejillas tan rojas como las de ella durante la canción, esta vez nuestras miradas no perdieron conexión, mis manos temblaban, era real, ella era mi inspiración. Me es imposible describir su mirada, tan solo fue lo mejor de aquella noche, poseía un brillo excepcional, algo que nunca podré olvidar.

Hasta aquel instante, todo parecía perfecto, y lo era; mis actuales sentimientos ahogados en el pecho, la nefasta idea del error, todo aquello, era tan real como la ilusión, como aquel sentimiento que una vez nos unió. Nunca creí que una persona pudiera ser tan importante en tan poco tiempo, y quizás no lo sea, quizás esta decisión de partir me une más a ella, la hace más especial. Y si nunca me hubiera separado de ella, ¿la amaría como ahora lo hago?.

¿Puedo abandonar mi sueño por ella?, me pregunté, tanto tiempo había esperado por esta oportunidad, como podría dejarla pasar, pero algo me prendía a ella, nunca me había sentido tan atraído por una mujer, tan solo estar cerca de ella llenaba mi ser de nerviosismo, pero seguía en pie, mi destino estaba en Marsella.

El señor Fontaine había asistido a el establecimiento donde conocí a la señorita Valencia, la misma noche que me inspiré en la señorita, la misma noche que mis sentidos ya no me pertenecían y mis melodías brillaban gracias a la presencia de la mujer.

Cuando terminó el recital, esperé en las puertas principales que la señorita abandonara el lugar, estaba nervioso, todo en mi temblaba, había pensado en que decir, y a pesar de ello, todo lo que dije aquella vez fue impulsivo y sin premeditación, para fortuna mía el desenlace fue tal cual se había planeado, una sonrisa y un acuerdo mutuo para volverse a ver. 

Asistí a la cita con puntualidad, y la señorita no tardó en llegar, esta vez vestía sin su indumentaria de gala, pero seguía siendo para mi tan bella como la primera vez que la vi, guarde para mi aquellos pensamientos, y me limité a decirle.

  - Justo a tiempo señorita Valencia - 
  - Priorizo mis intereses señor Márquez -

La velada fue tan espectacular, ella se encargó de decirme lo fascinante que le había parecido, y quedamos en volver a repetirlo, y así fue siete veces más, pero lo inevitable, no se pudo evitar, el señor Fontaine, se encontró con él prometedor Pianista, Gonzalo Márquez, justo antes de que éste se encontrará con la bella Valentina Valencia, después de un recital.

- Permítame un momento señor Márquez - dijo con un español apenas entendible, y un fuerte acento del sur de francia.
- ¿ En qué puedo servirle? - dije con la mayor cortesía del mundo, valentina estaba cada vez más cerca de ellos dos.
- He asistido a sus recitales durante algunas sesiones ya, y permítame decirle, señor, que usted es una promesa, ha presentado exquisitas interpretaciones de piezas de maestros como Liszt, Mozart, o Chopin, pero usted tiene algo especial, no he podido olvidar aquella ferviente interpretación, de la pieza que usted compuso y puso por título mi valentina, algo simplemente excelso.
- El título es en honor a la misma inspiración - dije, dispuesto a continuar la explicación apenas valentina se acercara lo suficiente, pero esta permaneció alejada por respeto, cuando pedí que se acercara, el señor Fontaine continuó.
- Lo que le estoy ofreciendo señor Márquez, es interpretar sus piezas en Marsella, en el mismo recital donde asisten artistas de gran renombre y prestigio, una oferta, que considero, pensará muy bien antes de rechazar, estoy a días de regresar a mi natal Francia, le pido por favor considere la oferta, y me lo haga saber; asistiré a el recital del viernes, esa misma noche partiré, un gusto conocerlo.- dijo por fin.

Valentina quién se había acercado a mi señal, había escuchado todo, en su rostro leía desilución, sus ojos no se encontraron con los míos, intenté acercarme a ella, y se alejó, quedé petrificado frente a ella, la vi marcharse, intenté ir tras ella, pero mis pies no me respondieron, estaba pasmado, entonces mi cuerpo reaccionó, tome su antebrazo, su cuerpo justo frente al mío, mis manos en sus manos subieron por sus brazos hasta llegar a sus mejillas, mis labios se unieron a los suyos. 

-Ven conmigo - 

Pasaron los días, y la decisión seguía en pie, ella no podía venir conmigo, este era el final inaceptable de nuestro amor, aunque todo mi ser me pedía quedarme, no lo iba a hacer. El señor Fontaine asistió tal y como dijo, el brillo en sus ojos, sus líneas de expresión se acentuaban a cada nota que interprete, el tercer asiento de la primera fila estaba vacio.

Partí a Marsella esa misma noche acompañado del señor Fontaine, todo me recordaba una sola cosa, las nubes dibujaban el rostro de la bella valentina en el cielo, el aroma del café, era tal cual fue en nuestra primera cita, justo antes de subir al avión pregunté al señor Fontaine.

- ¿El prestigio y la fama me harán olvidar este vacio que siento, esta opresión en el pecho? 
- ¿A qué te refieres? - Preguntó con natural seguridad.
- No puedo aceptar su oferta, lo siento señor Fontaine, un gusto conocerlo - 

Tomé un taxi, y asistí a la dirección donde había dejado a la señorita Valentina al final de cada cita, un hotel en las orillas de la ciudad, muy cerca del recinto donde la conocí; cuando llegue, la habitación estaba desalojada.

-Se marchó esta mañana - Dijo el gerente de unos cincuenta años a lo mucho.
- ¿Sabe usted a dónde se ha marchado? -  pregunté con la ilusión de volverla a ver.
- No señor, no lo sé - 
- Gracias - dijo con voz quebrada y semblante débil.  

Volvió esa noche a su casa, donde antes de dormir, tocó una pieza excepcional, poco comparable a alguna otra jamás escrita por él, misma que tituló, La despedida.

FIN 

aldovski.herrera@gmail.com



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