Elisa
Nota: Esta historia se puede leer totalmente independiente a los otros escritos en waffle blogs, sin embargo, es continuación de otras historias, por lo que te invitamos a visitar la Zona literaria.
Miraba por
la ventana del autobús, había llovido durante horas; El libro que había hecho a
sus ojos mover de izquierda a derecha durante el viaje había quedado olvidado
en el asiento forrado en tela azul, en el que nunca se volvería a sentar. Bajó
por los escalones del autobús hasta la banqueta sin cuidado alguno de la
humedad a causa de la lluvia, las zapatillas que portaba, de suela de lisas a
causa de un desgaste por su uso tan prolongado, resbalaron; Un joven
transeúnte, le ayudó a ponerse en pie, creyó nunca volvería cruzarse con aquel
nunca más, sin embargo, no sería así, y aquella mirada quedaría en su memoria
lo suficiente para reconocerlo en un encuentro posterior.
Tras
levantarse no presentaba síntoma alguna de malestar. Llegó a casa de su madre,
quien acudió tarde a recibir a su hija, cruzó la aún húmeda calle, venía de la
vivienda de un joven pianista que vivía en la casa de enfrente, que, a palabras
de la misma madre, no tiene futuro, y apenas gana para comer. Sentada en el
sofá mirando por la ventana, el cielo abandonaba el poético color azul, se
vestía de amarillo y finalmente de azul marino, entre estrellas, la mirada de
Elisa se fijó en una de ellas, sin desviar nunca sus pensamientos del joven,
lúcido y apuesto que dejó atrás, un benevolente transeúnte, que ayudo al
prójimo; El destello interrumpió la hipnosis de la muchacha cuando su madre
apareció en escena. La relación madre e hija honestamente siempre había sido
disfuncional, incluso Elisa encontraba más apoyo en sus hermanos menores, y siempre
había idealizado a su padre ausente como la figura heroica, frente a la tiranía
materna; estaban manteniendo lo que parecía ser una de sus últimas
conversaciones en paz de sus vidas, ni una, ni la otra imaginaba aquella
situación fuera de probabilidades, pero sin embargo tan real como el mosaico
estelar; el brillo de aquellas pasaba inadvertida por la mayoría de los que
tenían el alcance de verla, el ciego anhela lo que no tiene, y el que lo tiene,
desvía su atención, pero al final cada quien hace lo que quiere con lo que
posee.
Elisa tenía
la belleza de su madre, eran tan parecidas en cada aspecto que pudieras
comprar, y aun así, el ser tan iguales las hacía tan distantes; Habían pasado
ya 3 años desde la muerte de su hermano menor, y aquella vez, en el funeral,
fue la última vez que un abrazo sincero, de tristeza y dolor se compartió
mutuamente, la última vez que expresaron abiertamente aquel dolor, ahora no más
que rivales tentadas al parricidio, por la seducción de un juego de ojos, la
calidad de las manos, y el talento de un joven sin futuro que apenas gana para
comer.
La mañana
siguiente, Elisa salió temprano de su casa, iba a surtir la alacena, según el
recado de su madre que había salido más temprano aún que ella. El camino no era
difícil de recordar, y así lo aprendió sin obstáculo alguno, cuando avanzaba
por una vereda, entre árboles y pasto verde que adornaban el camino de
excepcional manera, los botones de las flores no habían tardó en aparecer
cuando inicio la primavera, ahora en verano, y casi en el fin de este, era muy
extraño ver un espectáculo como tal; Esta localidad, era muy diferente a la
anterior, hacía más calor, lo que había irritado su piel, en especial sus
pómulos podían verse rojos por la quemadura y humedecidos por el sudor, había
hecho un chongo con su cabello para la comodidad, aunque nunca le había gustado
cómo se veía con ese peinado lo aceptaba sin dificultad, pues encontraba tan
acogedor la ciudad como tal, de donde venía nunca veía indicios de interacción
humana, aquí parecía incluso que los ciudadanos abusaban de tal; Estaba cerca
de su destino, y pensaba en muchas cosas, cuando vio a un gorrión alimentar a
su familia en un nido, sintió tanta ternura, que involuntariamente, casi
inevitable si así se lo propusiera sonrió de esquina a esquina, el
gorrión, medía como 15 centímetros, robusto y de patas cortas, con pico grueso
y cónico, de color pardo, distribuía uniformemente entre sus crías pedazos de
semillas que había recogido del suelo donde un viejo le había tirado con la
misma finalidad, el viejo era visible desde la posición de Elisa, tenía ya el
cabello cano, oculto bajo una boina, llevaba las patillas largas, y la barba
rasurada, sus ojos yacían escondidos en unos lentes de botella, que agrandaban
sus ojos color almendra, su piel había perdido ya la batalla contra el sol.
- No
deberías acercarte tanto - dijo Gonzalo cuando Elisa trepaba sobre una banca
para observar a los gorriones, - protegen con agresividad el área alrededor del
nido, por cierto, ¿cómo va tu pie? - término por decir cuando sorprendida la
muchacha vio un rostro conocido, que una vez poco tiempo atrás se le calificó como benevolente transeúnte. Caminaron juntos por la vereda mientras su
plática continuaba, el viejo en la banca los saludo al pasar junto a él, y
ambos mostraron empatía con benévolo señor de las palomas, como lo llamaría el
joven pianista en tono de broma.
Si observamos la escena desde lejos, me hubiera gustado describir una típica escena de fantasía donde una muchacha de belleza increíble, sonreía de oreja a oreja con un desconocido, que pronto sería conocido, en una vereda contaminada de verde, con acogedores aromas a flores, mientras un dulce voz mujer adorna la misma escena, en donde las miradas disimuladas que compartían no podían dejar duda alguna, del fructífero futuro que los aguardaba, donde nada podía salir mal, donde se había encontrado el amor ideal; Sin embargo ella aún estaba insegura ante él, aunque su belleza, si es increíble, su sonrisa no era de par en par, y la vegetación ya no era tan verde como sería en primavera, la muchacha provinciana, en efecto sintió algo, su corazón latía anormalmente, su presión sanguínea era más alta, y comenzaba a sudar, sus pensamientos estaban totalmente desubicados, asustados, no sabía qué esperar, no había conocido muchos hombres en su vida, pese a que ya tenía veintiséis años, había mantenido una relación con tan solo tres hombres, uno de ellos le había roto el corazón después de diez años de relación, ahora se había marchado y no dejaba señales de volver aparecer, ella no podía engañarse, seguramente con una aparición nueva de aquel hombre, habría ido a correr a sus brazos, misma situación en la que vivía gonzalo, conoció a una mujer en sus recitales de piano, quedó prendado aquella mujer casi instantáneamente, pero a diferencia de Elisa, que estuviera lejos de ella había sido totalmente su culpa; Un día creyó verla, y desde aquel día, el hombre espera siempre el mismo dia a la misma hora a la misma mujer, su amada Valentina Valencia.
Habían llegado a la tienda, que Aura, la madre de elisa le había indicado en una nota sobre la mesa, no era muy grande, pero contenía todo lo de la lista, no tardaron mucho ahí, Gonzalo se ofreció a la joven acompañarla, propuesta que fue aceptada hasta con felicidad. Gonzalo, tenía un gran número de amantes, en donde incluía a Aura, aunque él desconocía que la muchacha de belleza jovial que en este momento hacía a su corazón latir más fuerte, fuera hija de la mujer, que conoció un día, fumando frente a su acera.
Cuando estaba ya apunto de llegar, las gotas de lluvia comenzar a caer, el viento era cada vez más fuerte; cuando el viento fue más fuerte, y las gotas más constantes, Elisa contorsionó el cuerpo de manera que el mandado recibiera la menor cantidad de agua, Gonzalo desabrocho su camisa, quedando únicamente en camisa interior, la tela no tardó mucho en mojarse, pero bastó lo suficiente para llegar a casa.
Gonzalo se
sorprendió al saber la dirección de Elisa, que resultaba ser la misma que Aura,
bajo excusas, se retiró rápidamente dejando a la joven aturdida y llena de
dudas quien estaba dispuesta a invitarle a entrar a secarse al menos, - vivo
aquí enfrente, que curioso, no te preocupes -, la muchacha se sorprendió tal
cuestión.
Elisa contó
a su madre respecto al chavo, pero nunca contó su nombre ni lo describió mucho
más bien una plática por rutina que por deseos que su madre las escuchara,
sabía cómo funcionaban las cosas.
Días
después, el tercer asiento de la primera fila del recinto donde Gonzalo se
presentaba estaba ocupado por una cara conocida, el corazón del pianista
comenzó a latir más fuerte de lo habitual, y la pieza ejecutada fue
excepcional, de las mejores actuación que tuvo desde su época dorada; Al final
intentó buscar aquella mirada, pero entre todo el público no logró ver a nadie,
veía a lo lejos a Elisa, y la quiso evadir por lo cual se marchó por la izquierda
por donde no vio venir a Aura, quien felizmente lo saludó, y se dirigieron casi por inercia al camerino. La mirada de la dama en primera fila, había movido completamente los sentimientos de su ser, acomodó sus pensamientos, y decidió dejar aquella vida de lujuria y buscar a como fuera, a aquella mujer que había robado su corazón hace tiempo; había vuelto a su cabeza recuerdo que creyó perdidos al volverla a ver, lamentaba tanto aquella decisión.
Aura no perdió el tiempo en seducirlo, y a pesar de su resistencia, forzó sus besos; al poco tiempo carecían de ropa, ella más que él. Se acercaba insegura Elisa al camerino en busca del pianista, llevaba un pay de manzana que había preparado con único motivo de impresionar al hombre. Él en esfuerzo inútiles de alejar a la mujer, besó sus labios. El impacto de la charola del pay de manzana provocó que los amantes dirigieran la atención a la joven, quien tras observar dicha escena se dispuso a correr.
Elisa decidió volver a provincia, y nunca más escucho una sola palabra de gonzalo. Aura no volvió a ir a ningún recital de gonzalo. Mientras que el joven pianista que apenas gana para comer siguió en busca de su doncella perdida.
Elisa murió antes de abordar el autobús, homicidio.
Sea lo que sea, y leas lo que leas.
Gracias por leer.
A.H.
Vista nuestra Zona literaria en Waffle Blogshttps://t.co/TOwYVXanmk @WaffleBlogs— Aldo Herrera (@Aldo__Herrera) 7 de julio de 2016
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