Muchacha.
Habían pasado dos días desde la última vez que se vieron. Ella impaciente contaba los minutos por volverlo a ver. Su historia había comenzado hace tres años, cuando ella indecisa respondió afirmativamente a una pregunta que a él le atormentaba cuestionar. Desconozco la historia detrás de los días más brillantes, pero actualmente, ella había considerado la opción de la auto-redención sobre aquella decisión inicial, pero su vida cambiaría en extremo en caso de llevarla a cabo y eso la atormentaba; Nunca había notado cuánto dependía de él, era su suave voz por las mañanas, sus cálidas manos nocturnas, o el detallado esmero en sus cartas de amor. Pensar en él significaba todo aquello que una vez soñó antes de conocerlo.
Por ello, aguardaba con tranquilidad y angustia que de una extraña forma podían coexistir, turnándose por lapsos. La cita está acordada para tres días después del momento en que inició este relato, por lo que sería cinco días después de haberse visto por última vez. Contó a sus amigas cada detalle que sabía sobre la anhelada cita que, aunque una semana después representaba tres años de unión, tres años y aún no podía ponerse de acuerdo con sus emociones sobre la que más prevalece.
Les aseguró, que les contaría todo lo sucedido apenas pudiera hacerlo, porque ella más que nadie sabía el tormento de la espera cuando una amiga tiene un día tan importante como el que ella estaba esperando. Todo aquel enterado sobre el evento le será difícil escoger las palabras correctas para decirle a la muchacha. No habían quedado en él secuelas del accidente automovilístico que había presenciado un mes atrás, sin embargo desafortunadas razones habían logrado que el automóvil permaneciera en el taller, por ello mismo había pospuesto el día de la cita, hasta que la muchacha ya no pudo esperar y apresuró los arreglos; Aseguró que iría a recogerla a su casa, pero por detalles de ubicación, horarios y más acordaron que sería mejor verse en el restaurante a la que él la había invitado. A las 8 pm, cinco días después de su tercer aniversario.
Antes de dormir, la muchacha reposó sobre su balcón, la luna brillante y blanca resplandecía sobre ella, le pidió un deseo por inercia absoluta; Creyó que cerrando los ojos se cumpliría con mayor facilidad. No era así; Pero mientras el viento en contra guiaba el cabello hacia atrás, ella sonreía, y su belleza quedaba expuesta. Aquella mirada perdida correspondía a un recuerdo, mismo que solo ella podía saber a cual, pero no estaba fuera de la lógica imaginar el contenido del mismo. Antes de aquel día apenas pudo dormir, después de abandonar el balcón, se colocó un holgado camisón color rosa que había usado desde los dieciséis años; Entre fantasías y sonrisas imaginó todo aquello que una muchacha de su edad podía imaginar,para después finalmente dormir. Al día siguiente.
Antes de dormir, la muchacha reposó sobre su balcón, la luna brillante y blanca resplandecía sobre ella, le pidió un deseo por inercia absoluta; Creyó que cerrando los ojos se cumpliría con mayor facilidad. No era así; Pero mientras el viento en contra guiaba el cabello hacia atrás, ella sonreía, y su belleza quedaba expuesta. Aquella mirada perdida correspondía a un recuerdo, mismo que solo ella podía saber a cual, pero no estaba fuera de la lógica imaginar el contenido del mismo. Antes de aquel día apenas pudo dormir, después de abandonar el balcón, se colocó un holgado camisón color rosa que había usado desde los dieciséis años; Entre fantasías y sonrisas imaginó todo aquello que una muchacha de su edad podía imaginar,para después finalmente dormir. Al día siguiente.
Insistió hasta las lágrimas a su madre hasta que finalmente cedió. Se levantó temprano. Era sábado por lo que no tuvo que asistir a compromisos escolares ese día. invirtió su tiempo en maquillaje. un peinado magistral, el largo de su cabello le había permitido hacer una trenza alrededor de su cabeza, sonreía a sí misma en el espejo, era linda. Es linda. como nunca ví otra, y sin embargo en esos ojos pintados con rimel, se reflejaría el dolor. El rimel corrido en sus mejillas sería limpiado por su madre con dulzura, pero el dolor en su pecho opresor tardía en desaparecer. porque aquel día a las 9:20 pm, la muchacha llamó a su padre en plena lágrima. Su novio no había asistido.
GRACIAS POR LEER.
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Tarda en llegar, y al final: hay recompenza.https://t.co/4n15SjTXUd— Aldo Herrera (@Aldo__Herrera) 18 de agosto de 2016
Les dejo unas de las canciones que disfrute mientras escribía y otras que simplemente me gustan. Por si algún día quieres oir algo nuevo, o si por fortuna compartimos los mismos gustos. (solo dale click al azul de tu elección)
Gustavo Cerati - Los libros de la buena memoria
Jorge Drexler - Todo cae
The 1975 - Robbers
Leiva - La lluvia de los zapatos.
Loli molina - Las cosas que se quedan en vos.
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